Esta vez, en una entrevista, el ex presidente insinuó que los inmigrantes que han cometido asesinatos en el país lo hicieron por sus "genes", una declaración que rápidamente desató una ola de críticas.
"Hay muchos genes malos en nuestro país ahora mismo", afirmó Donald Trump, sin precisar a qué se refería. Aunque su equipo de campaña intentó aclarar que sus comentarios sobre los "genes" se referían únicamente a los asesinos, no a los inmigrantes en general, el daño ya estaba hecho. La frase, cargada de una retórica que recuerda a las ideas nazis, resonó como un eco del pasado, reviviendo fantasmas de una ideología que muchos creían superada.
El contexto de la polémica surgió durante una crítica a la vicepresidenta Kamala Harris y su gestión de la inmigración. Trump, apoyándose en datos del Departamento de Seguridad Nacional, incluso de su propia administración, aseguró que entre un grupo de 13,000 individuos que cruzaron la frontera, varios habían sido culpables de múltiples homicidios.
Esta controversia se inscribe en un patrón que se repite en la narrativa de Trump sobre la inmigración. En el pasado, ha calificado a los inmigrantes como "animales" o "asesinos", llegando a afirmar que estaban "envenenando la sangre de nuestro país". Su discurso no se limita a la retórica, ya que su agenda política ha estado marcada por un endurecimiento de las políticas migratorias, incluyendo la construcción del muro fronterizo y la separación de familias en la frontera.
El gobierno de Biden, aunque ha implementado medidas más estrictas sobre el asilo, ha intentado mostrar una postura más conciliadora en el tema de la inmigración, en contraste con el discurso radical de Trump. Sin embargo, las palabras de Trump han puesto de manifiesto la polarización que impregna el debate sobre la inmigración en Estados Unidos, un tema que sigue cargado de emociones y controversia.