Su hermano había sido declarado con muerte cerebral tras una sobredosis y el hospital lo estaba preparando para una cirugía de donación de órganos. La familia y el personal médico se alinearon para un "honor walk", una tradición que reconoce a los donantes de órganos. La familia, desconsolada, se despidió de Thomas, creyendo que lo veían por última vez.
Sin embargo, lo que sucedió después fue escalofriante. Mientras Thomas era trasladado a la sala de operaciones, sus ojos comenzaron a abrirse. Su familia lo atribuyó a "reflejos", pero la situación se tornó más inquietante. Ya en la mesa de operaciones, Thomas comenzó a moverse, a gritar y a arrancarse los dientes. El personal médico, horrorizado, detuvo la cirugía.
Dos empleados del hospital, Nyckoletta Martin y Natasha Miller, declararon que el supervisor de la organización de donación de órganos, KODA, les ordenó continuar con la cirugía a pesar de que Thomas estaba despierto. "Ellos iban a hacer la operación de todos modos, el hospital tenía que encontrar a otro doctor", declaró Miller.
El incidente ha generado una investigación por parte del Fiscal General de Kentucky y la Administración de Recursos de Servicios de Salud de Estados Unidos. La organización KODA niega las acusaciones, afirmando que nunca presionan a sus equipos para tomar órganos de pacientes vivos. El hospital Baptist Health Richmond también se ha pronunciado, asegurando que la seguridad de sus pacientes es su máxima prioridad.
Lo que ocurrió con Thomas Hoover II plantea serias dudas sobre la seguridad y la ética en el sistema de donación de órganos en Estados Unidos.