Pero un embarazo no planeado de mellizos truncó sus aspiraciones. Su historia, que se conoció recientemente, ha conmocionado a Estados Unidos y se ha convertido en un símbolo de las consecuencias trágicas de las restricciones al aborto en el país.
La joven, residente de Georgia, intentó abortar en el vecino estado de Carolina del Norte, donde aún era legal hasta la semana 12 de gestación. Sin embargo, la congestión del tráfico la hizo llegar tarde a su cita y, a pesar de que los médicos le recetaron pastillas para inducir el aborto, sufrió una complicación inusual. Su cuerpo no expulsó el tejido fetal por completo y desarrolló una infección.
Su situación empeoró rápidamente y, a pesar de llegar al hospital, los médicos dudaban en realizar un procedimiento de dilatación y legrado, temiendo violar las leyes estatales. Mientras discutían, Thurman perdía presión sanguínea y sus órganos colapsaban. Finalmente, 20 horas después de su ingreso, la operaron, pero lamentablemente ya era demasiado tarde.
Un comité de expertos en mortalidad materna, tras evaluar los registros del hospital, concluyó que la muerte de Thurman pudo haberse evitado si hubiera tenido acceso a un aborto legal. "Existe una buena posibilidad de que una dilatación y legrado antes hubieran evitado la muerte de Amber Thurman", declaró el comité.
Su caso ha sido utilizado por la vicepresidenta Kamala Harris, quien la ha nombrado en sus discursos de campaña, criticando las políticas de Donald Trump y su derogación de Roe vs. Wade. "Vamos a decir su nombre: Amber Nicole Thurman", exclamó Harris en uno de sus eventos. "Ella había planeado su futuro. Era su plan, ella tenía un plan". Harris sostiene que las políticas de Trump impidieron que los médicos de Thurman le brindaran la asistencia que necesitaba.
El caso de Thurman ha desatado un debate sobre las leyes de aborto en Estados Unidos y sus consecuencias. La historia de la joven ha servido como un recordatorio de que la falta de acceso a servicios de salud reproductiva puede tener consecuencias fatales.