Estas directrices pretenden equilibrar las promesas de la Inteligencia Artificial (IA) con los riesgos que conlleva su uso.
El marco, firmado por el presidente Joe Biden, busca garantizar que las agencias de seguridad nacional tengan acceso a la IA más avanzada, al mismo tiempo que se mitiga su uso indebido. La IA se considera una tecnología transformadora con un potencial enorme para diversos sectores, incluyendo el militar, la seguridad nacional y la inteligencia.
Sin embargo, el uso de la IA por parte del gobierno conlleva riesgos como la vigilancia masiva, los ciberataques e incluso el uso de dispositivos autónomos letales. Las directrices anunciadas por la Casa Blanca buscan abordar estos riesgos de manera integral.
Las nuevas directrices incluyen restricciones específicas sobre el uso de la IA, como la prohibición de aplicaciones que violan los derechos civiles y la automatización del despliegue de armas nucleares. Además, se fomenta la investigación en IA y se busca mejorar la seguridad de la cadena de suministro de chips informáticos del país.
Las directrices también establecen que las agencias de inteligencia deben priorizar la protección de la industria estadounidense contra campañas de espionaje extranjeras.
Estas directrices son una respuesta a una orden ejecutiva firmada por Biden el año pasado, que instaba a los organismos federales a crear políticas sobre el uso de la IA. Las nuevas directrices no solo buscan garantizar que la IA se utilice de forma responsable, sino también impulsar el desarrollo de nuevos sistemas de IA y asegurar que Estados Unidos se mantenga a la vanguardia en este campo.
El desarrollo de la IA ha estado liderado por el sector privado, a diferencia de otras innovaciones como la exploración espacial, internet y las armas nucleares, que fueron desarrolladas en gran parte por el gobierno.