El escenario elegido fue su resort en Mar-a-Lago, un lugar que ha sido testigo de sus declaraciones más polémicas. En esta ocasión, el comediante Tony Hinchcliffe, uno de los invitados al evento, se refirió a Puerto Rico como una "isla flotante de basura", un comentario que ha provocado una ola de indignación. La importancia electoral de la comunidad puertorriqueña en estados clave como Pensilvania ha hecho que esta frase se convierta en una piedra en el zapato de la campaña de Trump, que se ha desmarcado de las palabras de Hinchcliffe, pero no de otras expresiones ofensivas que se escucharon durante el evento.
Las reacciones no se hicieron esperar. La campaña de la vicepresidenta demócrata Kamala Harris ha condenado los comentarios racistas y sexistas que se escucharon durante el mitin, y ha cuestionado la decisión de Trump de llamarlo un "festival de amor". Incluso algunos republicanos han expresado su preocupación por la retórica de Trump, temiendo que este evento se haya convertido en una distracción que podría afectar las aspiraciones de su campaña.
Trump, a pesar de las críticas, ha insistido en que el evento fue un éxito, resaltando la energía de sus seguidores. Sin embargo, algunos de sus aliados han expresado preocupación de que el mitin se haya convertido en una distracción, resaltando las preocupaciones de los votantes sobre su retórica y su inclinación por la controversia.
En medio de la tormenta mediática, Trump tiene programado continuar con su campaña en Pensilvania, un estado con una creciente población de votantes latinos. Su próximo destino: Allentown, una ciudad con una importante población hispana.