La sequía que afecta al noreste de Estados Unidos ha alcanzado niveles sin precedentes en décadas, intensificándose en las últimas semanas. La situación no es ajena a la Ciudad de Nueva York, donde los embalses que abastecen de agua a casi la mitad del estado se encuentran al 64% de su capacidad. Este nivel representa un descenso considerable en comparación con el promedio histórico del 79%.
La situación es particularmente preocupante en tres de los siete embalses, que operan por debajo del 50% de su capacidad. Como consecuencia de la escasez de agua, el Departamento de Protección Ambiental de la Ciudad de Nueva York ha emitido una alerta de sequía, instando a las agencias a reducir el consumo de agua y a los residentes a tomar medidas de ahorro como ducharse por menos tiempo.
Las condiciones secas han aumentado significativamente el riesgo de incendios forestales. La vegetación seca se convierte en combustible ideal para las llamas, lo que ha provocado múltiples incendios forestales activos en Nueva Jersey, algunos iniciados a finales de octubre. El riesgo se intensifica aún más por la baja humedad y las ráfagas de viento, que facilitan la propagación del fuego. El viernes se emitieron avisos de bandera roja para casi una docena de condados de Nueva Jersey, un indicador de un peligro de incendio extremadamente alto.
Se espera que la próxima posibilidad de lluvia llegue el domingo por la noche, pero no será suficiente para aliviar la sequía. Se pronostica entre 0.6 y 1.25 centímetros de lluvia, una cantidad insuficiente para superar el déficit acumulado.