"El cuerpo quemado de una mujer fue encontrado, pero su identidad era un enigma", revelaron las autoridades. Sin embargo, un testigo peludo y leal estaba a punto de cambiar el rumbo de la investigación.
El perro, un valiente can llamado Titan, no se separó del lugar del crimen, ladrando frenéticamente a los agentes de policía. Su comportamiento indicaba que algo terrible había sucedido, y su conexión con la víctima pronto se haría evidente.
Al investigar el microchip de Titan, se descubrió que pertenecía a Mandy Rose Reynolds, de 26 años. La policía se dirigió a su casa en San Marcos, solo para encontrarla vacía y con signos de que alguien había huido apresuradamente.
La búsqueda del culpable tomó un giro inesperado cuando el Honda Accord negro de Reynolds fue localizado en Wichita, Kansas. La policía local, alertada sobre el vehículo, inició una persecución de alta velocidad que duró 30 minutos.
El conductor, identificado como Derek Daigneault, de 29 años, primo de Reynolds, intentó escapar, pero finalmente fue capturado. La pistola calibre .380 encontrada en el automóvil de Reynolds se convirtió en una pieza clave en el rompecabezas.
Daigneault fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de su prima, un crimen que Titan ayudó a resolver. Este perro, que había fracasado como perro de servicio, demostró que la lealtad y el instinto pueden ser herramientas poderosas en la búsqueda de la justicia.