Conor McGregor, el excampeón de la UFC, ha sido condenado por violación en un juicio que se prolongó durante una semana. Aunque McGregor defendió que la relación sexual fue consensuada, el jurado popular dictaminó su culpabilidad, lo que derivó en una condena civil de 250.000 euros a la víctima, Nikita Hands. Esta sentencia ha representado un punto de inflexión en la vida pública de McGregor, quien anteriormente había sido conocido por su actitud desafiante tanto dentro como fuera del octágono.
McGregor acumuló una serie de incidentes legales a lo largo de los años, pero siempre había logrado evadir consecuencias graves gracias a acuerdos extrajudiciales. Sin embargo, este caso ha sido diferente, ya que la condena por violación ha tenido un impacto más profundo en su imagen, especialmente en su país natal, donde alguna vez fue considerado un héroe nacional.
La reacción de la sociedad irlandesa no ha sido favorable. Según informes de la BBC, numerosos murales de McGregor en ciudades y gimnasios han sido retirados, y su figura ha dejado de ser una inspiración para muchos. Las marcas que alguna vez lo apoyaron, como Proper No Twelve (su propia marca de whisky), han anunciado que no volverán a usar su imagen. Incluso su figura de cera en el museo de Dublín será retirada, simbolizando el fin de su estatus como ícono popular.
McGregor fue un referente para muchos irlandeses, especialmente por su historia de superación. Proveniente de una familia trabajadora y con dificultades económicas, se convirtió en el primer doble campeón de la UFC, un logro que lo catapultó a la fama y lo convirtió en un símbolo del esfuerzo y la determinación. Su éxito en la UFC y su multimillonario combate de boxeo contra Floyd Mayweather lo posicionaron como uno de los deportistas más ricos y reconocidos del mundo.
El caso de McGregor resalta una cuestión importante: el impacto de las acciones de los íconos en la percepción pública. Si bien muchos aún creen en su potencial dentro del deporte, su pasado reciente y las acusaciones de violación han dejado una marca indeleble en su legado. Mientras tanto, las pocas empresas que aún lo respaldan, como Bare Knuckle FC, se mantienen como sus últimos aliados, pero el apoyo en su propio país, Irlanda, parece haber desaparecido.