Su historia es un testimonio de la desesperación y la resiliencia que caracterizan a muchos migrantes que intentan cruzar el mar en busca de un futuro mejor. La niña, originaria de Sierra Leona, había estado viajando en una lancha junto a otros 44 migrantes. Sin embargo, la travesía se convirtió en una tragedia cuando la lancha se hundió, dejando a la menor de edad sola y sin rumbo en el océano. Su hermano fue una de las víctimas del naufragio, y se teme que no haya otros sobrevivientes debido a las olas gigantes que han azotado la región en los últimos días.
La niña logró mantenerse con vida gracias a "dos chalecos salvavidas improvisados hechos con cámaras de neumáticos llenas de aire y un chaleco salvavidas simple", que se le amarraron a la cintura. Estos neumáticos le permitieron flotar durante varios días, hasta que fue rescatada por un barco que pasaba por la zona.
Matthias Wiedenlübbert, el capitán del barco que encontró a la niña, describió el hallazgo como un "golpe de suerte". La ONG Compass Collective supone que "ella es la única sobreviviente del naufragio y que las otras 44 personas se ahogaron".
La niña fue trasladada a Lampedusa, donde fue atendida por el personal médico. Su estado era crítico, ya que había pasado varios días sin comer ni beber, y sufría de hipotermia. Afortunadamente, recibió la atención médica necesaria y se encuentra en proceso de recuperación.
La historia de esta niña es un recordatorio de la vulnerabilidad y la desesperación que enfrentan muchos migrantes en su búsqueda de un futuro mejor. Su supervivencia es un milagro, y su historia es un llamado a la acción para abordar las causas profundas de la migración y proteger a aquellos que se encuentran en situación de vulnerabilidad.