El foco de atención se centra en Donald Trump y sus controvertidas declaraciones. No se trata solo de aranceles o acuerdos comerciales; esta vez involucra reclamos territoriales que suenan a una época pasada. Se han retomado las conversaciones sobre la adquisición de Groenlandia y la recuperación del Canal de Panamá, generando una ola de reacciones internacionales.
En un giro sorprendente, Trump, en un comunicado del domingo pasado, declaró: “Por motivos de Seguridad Nacional y Libertad en todo el Mundo, Estados Unidos de América considera que la propiedad y el control de Groenlandia son una necesidad absoluta”. Esta afirmación, viene acompañada de una serie de gestos similares hacia otros países vecinos. Se ha planteado la posibilidad de que Canadá se convierta en el estado 51 de Estados Unidos, desatando tensiones con el primer ministro canadiense Justin Trudeau, a quien Trump se refirió como "gobernador" del "Gran Estado de Canadá".
La respuesta de Múte Bourup Egede, jefe de gobierno de Groenlandia, fue contundente: “Groenlandia es nuestra. No estamos en venta y nunca estaremos en venta. No debemos perder nuestra lucha de años por la libertad”. Esto refleja la firmeza de Groenlandia en mantener su soberanía e independencia, rechazando las propuestas de Trump.
Por otro lado, la situación con el Canal de Panamá es igualmente compleja. Trump ha sugerido que Estados Unidos podría retomar el control del canal debido a los altos costos de envío y a las recientes sequías que han afectado los reservorios de agua que lo abastecen. Esto ha generado una respuesta inmediata del presidente de Panamá, José Raúl Mulino, quien, a través de un video, afirmó que el Canal pertenece a Panamá y así seguirá siendo. A esta declaración, Trump respondió con un simple pero desafiante: "¡Ya veremos!" en sus redes sociales, junto a una imagen de una bandera estadounidense plantada en el Canal.
Vale la pena recordar que Estados Unidos construyó el Canal de Panamá a principios del siglo XX, pero cedió su control a Panamá el 31 de diciembre de 1999, bajo un tratado firmado en 1977 por el presidente Jimmy Carter. La situación actual refleja no solo las tensiones geopolíticas, sino también las implicaciones económicas y la compleja historia que une a estas naciones.
Las acciones y declaraciones de Trump han generado un debate sobre la posición de Estados Unidos en el escenario internacional, reavivando interrogantes sobre las relaciones entre las naciones americanas y las perspectivas futuras de la cooperación regional.