Ese lugar existe, y se llama Kiribati. Este archipiélago en el Océano Pacífico, al noroeste de Australia, es el primer punto del planeta en recibir el 25 de diciembre, gracias a su estratégica ubicación al oeste de la Línea Internacional de Cambio de Fecha.
El corazón de esta singular celebración navideña se encuentra en Kiritimati, también conocida como Isla de Navidad. Este atolón de coral, con sus 388 kilómetros cuadrados (casi el 70% de la superficie terrestre de Kiribati), es más que un simple punto en el mapa; es un pedazo de historia. Su nombre, según cuenta la leyenda, se remonta a 1777, cuando el capitán James Cook llegó a sus costas el 24 de diciembre, bautizándola en honor a la festividad.
La vida en Kiritimati se concentra en cuatro aldeas principales: London, Tabwakea, Paris y Poland, nombres que reflejan la rica historia de este lugar. Con un aeropuerto internacional, la isla atrae a turistas deseosos de vivir una experiencia única: celebrar la Navidad en el primer lugar del mundo.
Playas paradisíacas, reservas naturales, pesca y buceo son algunos de los atractivos que ofrece Kiritimati. Pero detrás de este paraíso, se esconde una realidad compleja. El cambio climático representa una amenaza real: “El aumento del nivel del mar amenaza con sumergir esta isla en los próximos quince años”, advierten los expertos. La comunidad internacional, incluyendo la Unión Europea, Australia, Nueva Zelanda y China, se ha involucrado aportando fondos para la sostenibilidad y el bienestar de sus habitantes.
El contraste es impactante: mientras en Kiribati ya se saborean los dulces navideños, en otros lugares del mundo, como Hawái, el 25 de diciembre apenas comienza. Esta diferencia horaria extrema resalta la fascinante diversidad de la experiencia navideña alrededor del globo.
Más allá de Kiribati, países como Nueva Zelanda y Australia se encuentran entre los primeros en celebrar, seguidos por naciones asiáticas como Japón y Corea del Sur, donde la Navidad se ha transformado en una festividad cultural. En el extremo opuesto, los territorios estadounidenses de Hawái, Howland y Baker son los últimos en recibir la Navidad, completando el ciclo festivo global.