Las circunstancias que rodean la tragedia son, cuanto menos, inusuales y están lejos de ser esclarecidas. El vuelo, operado por Azerbaijan Airlines, despegó de Bakú el miércoles pasado con destino a Grozny. Sin embargo, el avión, en lugar de aterrizar en su destino programado, realizó un giro inesperado hacia Kazajistán, donde finalmente se estrelló al intentar un aterrizaje de emergencia en Aktau. Las primeras versiones apuntaban a un fallo mecánico o una condición meteorológica adversa; pero esto pronto se vería opacado por una hipótesis mucho más contundente.
Rashad Nabiyev, ministro de Desarrollo Digital y Transporte de Azerbaiyán, reveló a los medios de comunicación azerbaiyanos información crucial que cambió el curso de la investigación. Según el ministro, “las conclusiones preliminares de los expertos apuntan a un impacto externo”, basándose en el análisis de los restos del avión y en los testimonios de los supervivientes. Estos últimos describieron haber escuchado fuertes ruidos provenientes del exterior de la aeronave momentos antes del accidente, una versión que contradice las explicaciones iniciales de las autoridades kazajas, que apuntaban a una explosión interna.
Una azafata, Aydan Rahimli, relató cómo tras un fuerte estruendo, las máscaras de oxígeno se activaron automáticamente. Su compañero, Zulfugar Asadov, corroboró la versión de un impacto externo, desmintiendo así la hipótesis de la explosión de una bombona de oxígeno. Estas declaraciones contradicen la narrativa oficial rusa, ofrecida por Dmitry Yadrov, jefe de la autoridad de aviación civil de Rusia, Rosaviatsia, quien atribuyó el incidente a la presencia de drones ucranianos en la zona y la consecuente suspensión del tráfico aéreo. Yadrov afirmó que el capitán, tras dos intentos fallidos de aterrizaje en Grozny debido a la niebla, optó por desviarse a Aktau.
Ante las afirmaciones de Nabiyev y los testimonios de los supervivientes, la atención se centra en la posibilidad de un ataque externo. La investigación aún está en curso, pero la declaración de Azerbaiyán, que ha suspendido los vuelos a varios aeropuertos rusos, abre un nuevo y complejo capítulo en esta tragedia. La aerolínea atribuye el accidente a una “interferencia física y técnica” no especificada, sin dar mayores detalles. Mientras tanto, el Kremlin se limita a declarar que la investigación determinará las causas del accidente.
Esta situación ha generado una reacción en cadena en las aerolíneas internacionales. Además de Azerbaijan Airlines, Qazaq Air (Kazajistán), FlyDubai, y El Al (Israel) han suspendido o reducido sus vuelos a destinos en Rusia, reflejando la inestabilidad y el creciente riesgo percibido en el espacio aéreo de la región.
La investigación, en la que participan autoridades azerbaiyanas en Grozny, se centra ahora en determinar la naturaleza exacta del impacto externo y sus posibles responsables. El paralelismo con el caso del vuelo MH17 de Malaysia Airlines, derribado en 2014 sobre Ucrania, es inevitable y plantea interrogantes sobre la seguridad aérea en zonas de conflicto.