El discurso de fin de año del presidente Xi Jinping, transmitido por medios estatales chinos, abordó una amplia gama de temas, desde la economía nacional hasta la política internacional. Se destacan datos como el crecimiento del PIB chino, proyectado por encima de los 130 billones de yuanes, y la producción de grano que supera las 700 millones de toneladas, logros que el mandatario presentó como una base sólida para afrontar futuros desafíos.
Sin embargo, el discurso no estuvo exento de advertencias. En un pasaje que rápidamente generó titulares internacionales, Xi Jinping declaró que “el pueblo chino a ambos lados del estrecho de Taiwán es una sola familia. Nadie puede romper nuestros lazos de sangre, y nadie puede detener la tendencia histórica a la reunificación de la patria”. Esta declaración, considerada por muchos como una amenaza velada a Taiwán, se produce en un contexto de crecientes tensiones entre China y la isla, exacerbadas por los recientes ejercicios militares chinos.
La situación en Taiwán no es el único punto álgido en la agenda internacional de China. Xi Jinping mencionó la “promoción de la reforma de la gobernanza global” y la participación activa en foros como el G20 y BRICS. Estas declaraciones se interpretan como un refuerzo del papel de China en el escenario global, un papel que se ha visto reforzado por logros científicos como la misión lunar Chang'e 6.
Además de la geopolítica, el mensaje de Xi Jinping hizo hincapié en los avances tecnológicos de China durante 2024, destacando:
- La producción de más de 10 millones de vehículos de nuevas energías.
- Logros en inteligencia artificial, circuitos integrados y comunicación cuántica.
El mensaje final, de unidad y perseverancia, contrasta con el tono firme empleado en la mención de Taiwán, dejando un panorama complejo para el nuevo año, con desafíos y oportunidades para China en el ámbito nacional e internacional.