El anuncio del viaje, realizado por el propio Trump a través de redes sociales, incluyó la afirmación de que Groenlandia "se beneficiaría enormemente" de formar parte de Estados Unidos. "La protegeremos y la apreciaremos de un mundo exterior muy despiadado," añadió, un comentario que ha generado diversas interpretaciones.
La motivación tras la controvertida propuesta no se limita a la seguridad nacional, como argumenta el presidente electo. Expertos señalan que los vastos recursos naturales de Groenlandia, incluyendo metales de tierras raras cruciales para la tecnología verde y la industria militar, son un atractivo importante. Estos metales son altamente cotizados, y China, principal productor mundial, ha amenazado con restringir su exportación.
Groenlandia, la isla más grande del mundo, posee una posición geopolítica única, situada entre Estados Unidos y Europa. Su capital, Nuuk, está más cerca de Nueva York que de Copenhague. Su estratégica ubicación en el Paso del Noroeste y en la brecha Groenlandia-Islandia-Reino Unido la convierte en un territorio clave para la seguridad estadounidense, especialmente para contrarrestar una posible amenaza rusa, según Ulrik Pram Gad, investigador del Instituto Danés de Estudios Internacionales.
La ambición de adquirir Groenlandia no es nueva en la historia de Estados Unidos. Se recuerda el intento de compra en 1867 por parte del presidente Andrew Johnson, y una oferta de 100 millones de dólares por parte de la administración Truman tras la Segunda Guerra Mundial. Aunque infructuosas, estas iniciativas reflejan el interés estratégico a largo plazo por la isla.
El derretimiento del hielo debido al cambio climático, abre nuevas perspectivas, tanto riesgosas como económicas. Se facilita el transporte marítimo a través del Ártico, aunque las condiciones siguen siendo impredecibles. Además, se plantea la posibilidad de un acceso más sencillo a los recursos naturales, aunque, según Phillip Steinberg, profesor de Geografía de la Universidad de Durham, la urgencia reside en la "mayor necesidad" de estos recursos, más que en su mayor accesibilidad.
Tanto Dinamarca como Groenlandia han rechazado rotundamente la idea de una compra. El Primer Ministro de Groenlandia, Múte Egede, lo ha expresado claramente: "No estamos a la venta y nunca lo estaremos. No debemos perder nuestra lucha por la libertad." La situación se complica por el creciente deseo de independencia de Groenlandia respecto a Dinamarca, y la reciente decisión de Dinamarca de aumentar su gasto militar en la región y rediseñar su escudo real dando mayor prominencia al oso polar, símbolo de Groenlandia.
La visita de Donald Trump Jr. deja más preguntas que respuestas, en un contexto de tensiones geopolíticas, ambiciones económicas y un futuro incierto para la autonomía de Groenlandia. La propuesta, aunque por el momento descartada, revela un interés estratégico de Estados Unidos en la región que difícilmente desaparecerá en el corto plazo.