Pero, ¿qué medidas concretas se están tomando para enfrentar este desafío? Recientemente, el presidente Joe Biden firmó una orden ejecutiva crucial en sus últimos días de mandato, antes de la transición presidencial. Esta orden, lejos de ser un simple documento burocrático, implica un cambio significativo en la estrategia de ciberseguridad estadounidense.
La orden de Biden se enfoca en dos pilares fundamentales: reforzar la ciberseguridad interna y perseguir a los actores maliciosos externos. Para el primero, se exige a los contratistas tecnológicos del gobierno implementar estándares mínimos de seguridad y demostrar su cumplimiento. Este punto es vital para proteger la infraestructura crítica del país, desde sistemas de telecomunicaciones hasta entidades gubernamentales.
En cuanto a la persecución de ciberdelincuentes, la orden abre la puerta a sanciones contra gobiernos extranjeros implicados en ciberataques. Esto es relevante ante los incidentes recientes atribuidos a países como China, Irán, Rusia y Corea del Norte. Adicionalmente, se permitirá sancionar a "hackers extranjeros que ataquen hospitales u otras organizaciones con 'ransomware'", un tipo de ataque que ha generado importantes daños económicos y sociales.
Más allá de las sanciones, la orden también aborda la amenaza emergente de la computación cuántica. Los expertos advierten que computadoras cuánticas suficientemente avanzadas podrían vulnerar fácilmente sistemas de seguridad actuales, con implicaciones directas en la seguridad nacional. Este punto anticipa un desafío tecnológico de gran magnitud que requerirá una respuesta proactiva y a largo plazo.
La Casa Blanca destaca que estos cambios buscan reflejar una postura firme en la defensa cibernética: "Estados Unidos habla en serio cuando se trata de proteger a nuestras empresas y a nuestros ciudadanos", afirmó Anne Neuberger, asesora adjunta de seguridad nacional. Sin embargo, la incertidumbre permanece sobre la continuidad de estas políticas bajo la administración entrante, pues la implementación de la orden depende en gran medida de la próxima administración. El futuro de la ciberseguridad estadounidense dependerá en gran medida de las decisiones del nuevo gobierno en este ámbito.
Mientras tanto, la discusión sobre las capacidades cibernéticas de Estados Unidos y sus adversarios, particularmente China, sigue latente. Declaraciones como la de John Ratcliffe, nominado para dirigir la CIA, enfatizan la necesidad de mejorar las capacidades defensivas y ofensivas para hacer frente a los retos emergentes en la era digital. "Tenemos los mejores creadores y descifradores de códigos del mundo...Pero si China llega a la computación cuántica antes que nosotros, será un verdadero problema", advirtió Ratcliffe.