Con un flujo anual de ingresos cercano a los 4.000 millones de dólares, el Canal representa el 5% del comercio mundial, siendo Estados Unidos su principal cliente con un 74% de la carga. Sin embargo, la administración del presidente electo, Donald Trump, ha expresado su descontento con las tarifas y el manejo del Canal, generando incertidumbre en Panamá.
El conflicto no es nuevo. “Ha costado sangre, sudor y lágrimas”, afirma el presidente panameño, José Raúl Mulino, recordando la lucha por la soberanía del Canal luego de décadas de control estadounidense. La historia del Canal está plagada de momentos cruciales, desde su construcción a principios del siglo XX hasta la firma de los tratados Carter-Torrijos en 1977, que marcaron el traspaso de su administración a Panamá en 1999.
Las recientes declaraciones de Trump, quien acusa a China de interferir en las operaciones del Canal y amenaza con su restitución a Estados Unidos, se suman a las presiones económicas. El anuncio de un aumento en las tarifas del Canal por parte de Mulino, debido a una severa sequía que redujo el tráfico marítimo en un 29% durante el último año fiscal (de 14.080 buques a 9.944), ha encendido aún más la mecha. Expertos como Roberto Scholtes, jefe de Estrategia de Singular Bank, advierten sobre las consecuencias de sanciones a las navieras que utilicen el Canal, enfatizando la congestión actual en los sistemas de transporte estadounidenses.
La situación se complica aún más con la designación del nuevo embajador estadounidense en Panamá: Kevin Marino Cabrera, un joven de 34 años sin experiencia diplomática previa, pero con vínculos estrechos al partido de Trump. Adicionalmente, la afluencia de más de 500.000 migrantes en 2024, principalmente de Venezuela y Colombia, pone en riesgo el ecosistema del Tapón del Darién, un parque natural de gran importancia.
Mientras tanto, el desafío de la sequía persiste. Según Steven Paton, profesor del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), "El mayor riesgo que enfrentan las operaciones en el Canal es el incremento en la variación de las precipitaciones", un problema agravado por la alternancia de sequías y fuertes lluvias. El impacto de esta situación se siente con fuerza en el sector agrícola panameño, que, a pesar de generar solo el 3% del PIB, proporciona entre el 30% y el 40% del empleo y depende directamente del agua.
La situación es compleja, con numerosos factores económicos, geopolíticos y ambientales interconectados, proyectando una incertidumbre significativa sobre el futuro del Canal de Panamá y su impacto en la economía de la región.