Migrantes deportados por Trump, atrapados en Panamá
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En el corazón de esta situación se encuentra Panamá, un país que inesperadamente se ha visto envuelto en una compleja operación de deportación a gran escala. El origen de la problemática reside en la administración Trump y su política migratoria, que ha encontrado un nuevo —y controvertido— método para gestionar el flujo de migrantes hacia Estados Unidos.
Cientos de migrantes, procedentes de países como Afganistán, Irán, China y otros, fueron trasladados en vuelos militares desde Estados Unidos hasta un hotel en Ciudad de Panamá: el Decápolis. Según testimonios recogidos por The New York Times, el traslado fue realizado con medidas drásticas, incluyendo el uso de esposas para algunos migrantes.
“Solo un milagro puede salvarnos,” fue el desgarrador mensaje de texto enviado por una migrante iraní, Artemis Ghasemzadeh, quien describió la situación en el hotel como desesperada. La falta de acceso a abogados, la confiscación de sus pertenencias y la incierta situación futura, han generado una atmósfera de miedo y desesperación entre los deportados.
El hotel, con sus grandes ventanales, se ha convertido en una prisión improvisada. Los migrantes están recluidos, custodiados por guardias armados, con varios niños entre ellos. Intentos de suicidio y escapes fallidos, como el de una mujer afgana que intentó escapar por una ventana, pintan un panorama desolador.
El gobierno panameño, presionado por Estados Unidos, afirma que el plan involucra la supervisión de organismos de la ONU y financiamiento estadounidense. Sin embargo, la falta de transparencia y el acceso restringido a los migrantes para los periodistas, plantean interrogantes sobre el verdadero alcance y naturaleza de la operación.
El gobierno panameño argumenta que se trata de una medida temporal, mientras se prepara un campamento en una zona cercana a la selva. Este campamento, descrito por algunos como un lugar precario, promete un futuro incierto para estos migrantes que ya han recorrido un largo y peligroso camino.
Mientras tanto, historias individuales, como la de Ghasemzadeh, una profesora de inglés iraní convertida al cristianismo que teme por su vida al regresar a su país, o la del hombre chino que buscaba "libertad" en Estados Unidos, revelan la profunda angustia y el temor que viven estos individuos, víctimas de una compleja red de políticas migratorias internacionales.
La situación deja entrever una nueva era en la aplicación de las leyes migratorias, con países como Panamá enfrentando la presión de Estados Unidos para aceptar deportaciones masivas, con consecuencias humanitarias aún por determinar.