Crisis migratoria paraliza la agricultura estadounidense

La cifra es alarmante: más del 42% de los más de dos millones de trabajadores agrícolas en el país carecen de la documentación necesaria para trabajar legalmente, según datos oficiales. Este porcentaje, que representa una gran parte de la fuerza laboral del sector, ha puesto en relieve la vulnerabilidad de estos individuos ante las nuevas políticas migratorias.
El regreso de Donald Trump a la presidencia ha revivido temores latentes. Con más de 20,000 arrestos migratorios y 37,660 deportaciones en su primer mes de mandato, la comunidad agrícola se enfrenta a un clima de miedo palpable. "Tenemos que permanecer ocultos," confesó Lourdes Cárdenas, una trabajadora agrícola mexicana de 62 años en Fresno, a la agencia AFP. "Uno no sabe si se va a encontrar con las autoridades migratorias. No podemos estar tranquilos en ningún lugar, ni en las escuelas, ni en las iglesias, ni en los supermercados."
La preocupación de Cárdenas se amplía ante las redadas sorpresivas que se han realizado en varias ciudades desde la asunción de Trump. La revocación de las protecciones que impedían la aplicación de las leyes migratorias en áreas consideradas "sensibles" —escuelas, hospitales, iglesias— ha profundizado el clima de inseguridad. Esta medida, implementada en enero, eliminó lineamientos introducidos por el ICE en 2011 y adoptados por la CBP en 2013, diseñados para asegurar el acceso a servicios esenciales sin temor a la deportación.
Las consecuencias de una deportación masiva podrían ser devastadoras para la producción de alimentos. California, por ejemplo, depende en un 75% de trabajadores indocumentados para su sector agrícola, según la Universidad de California-Merced. La escasez de mano de obra no solo interrumpiría la cadena de suministro, sino que también podría aumentar los precios de los alimentos y la dependencia de las importaciones.
Este escenario se agrava aún más por el declive de las granjas estadounidenses. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos reporta una disminución del 7% en el número de granjas entre 2017 y 2022, lo que representa aproximadamente 142,000 granjas menos en un periodo de cinco años. Elizabeth Strater, vicepresidenta nacional y directora de campañas estratégicas de la United Farm Workers Foundation, ha expresado la profunda ansiedad que viven los trabajadores agrícolas, enfatizando que "todos merecen algo mejor que ser discriminados y aterrorizados por simplemente hacer el trabajo necesario para alimentar a este país."
El futuro de la agricultura estadounidense y el bienestar de sus trabajadores parecen estar inextricablemente ligados a las políticas migratorias que se implementen en los próximos meses. La situación, por lo tanto, mantiene en vilo al sector y a la población en general.