Error médico en Jaén: Dos familias intercambian hijos tras seis años

Todo comenzó hace seis años, una noche de Nochebuena, en el hospital local. Dos bebés, nacidos con apenas minutos de diferencia, fueron el centro de un intercambio involuntario, un error que pasó desapercibido hasta hace muy poco. El descubrimiento se produjo de la manera más inesperada: una prueba de ADN.
Ruth Cieza, una de las madres, se sometió a la prueba para solicitar una pensión alimenticia. El resultado fue sorprendente: "el niño que criaba no era su hijo biológico". La confusión se aclaró tras una segunda prueba y una posterior investigación judicial que involucró a otras madres que dieron a luz esa misma noche. El fiscal ordenó pruebas de ADN adicionales, logrando identificar al hijo biológico de Ruth.
En el otro extremo de la historia se encuentra María Chilcón, quien también crió durante seis años a un niño que no era suyo. La resolución judicial ordenó el intercambio de los menores, generando un profundo impacto emocional en ambas familias.
"No sé qué hacer, Dios mío, quiero que me ayuden. Uno no quiere irse y el otro no quiere quedarse", expresó María, desconsolada, ante las cámaras de televisión antes de la despedida. La escena fue desgarradora. El cambio impactó profundamente en la vida de los pequeños, especialmente en el niño que se adaptó a la vida rural y ahora deberá cambiar drásticamente su entorno.
La sentencia judicial, a cargo del juez Andy Herrera, no solo ordenó el intercambio, sino que también anuló las partidas de nacimiento originales para corregir los registros con la información correcta. Además, el juez ordenó una terapia grupal para las familias involucradas para ayudarles a procesar el trauma.
El caso ha generado una indignación generalizada contra el hospital, acusado de negligencia médica. La familia Cieza ya ha iniciado acciones legales contra la institución. "Ni siquiera nos han pedido disculpas," afirma Mayra Cieza, hermana de Ruth, criticando la falta de respuesta y el silencio por parte de las autoridades del hospital.
El uniforme escolar, los zapatos, las camisetas nuevas que Ruth había comprado para su hijo... ahora permanecen en su habitación, testigos mudos de un intercambio que ha dejado una profunda huella en la vida de dos familias peruanas.