Cientos de migrantes, provenientes de países como Honduras, Guatemala, Colombia, Venezuela y más, clamaron por protección ante la violencia que enfrentan en su camino hacia la frontera con Estados Unidos.
"Nos sentimos inseguros", confesó Evelin Leonel Villanueva, migrante hondureña, mientras solicitaba a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, agilizar las citas en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). "Llevamos una demora de seis meses y no sabemos qué hacer. Queremos un paso libre y seguro", añadió, reflejando la desesperación de quienes buscan una mejor vida.
La procesión, organizada por la pastoral de la movilidad humana de la iglesia católica, no solo buscaba visibilizar la difícil situación de los migrantes, sino también sensibilizar a la sociedad sobre las causas que los obligan a abandonar sus hogares. "Muchos huyen de la violencia, la pobreza, la inseguridad política", explicó Noemi Martínez Zacarias, encargada de la iglesia católica. "Su objetivo es encontrar una mejor calidad de vida, pero en el camino se enfrentan a peligros y obstáculos".
La historia de Rosalba, migrante guatemalteca, es un ejemplo escalofriante. Rosalba ingresó a México en 2022, pero fue deportada a su país. Durante su ausencia, su hijo fue asesinado y ella teme por la seguridad de su otro hijo. "Estoy aquí pidiendo asilo, pero vivo con miedo", compartió, reflejando la realidad de muchos migrantes que enfrentan la violencia y la incertidumbre en su búsqueda de un futuro mejor.
La caminata, que recorrió varias calles de Tapachula, culminó en la iglesia de la colonia de San José El Edén, donde se celebró una misa multicultural. La procesión se convirtió en una muestra de solidaridad y unidad, un grito de esperanza para quienes buscan un futuro más próspero.