Pero en medio de este ballet urbano, un incidente reciente ha provocado una oleada de indignación: el caso de "Lady Moneditas".
El video que se ha viralizado en redes sociales nos muestra un momento que, a simple vista, parece trivial: una pasajera intenta recargar su Tarjeta de Movilidad Integrada utilizando monedas. Sin embargo, la taquillera, con una actitud soberbia y desafiante, le niega el servicio. "¡No, ya no se aceptan monedas!", le espeta, mientras la pasajera, confundida y molesta, intenta argumentar que el uso de monedas sigue siendo una opción válida.
La situación se torna tensa, la pasajera, sorprendida por la actitud de la taquillera, decide confrontarla. Pero la empleada, en lugar de ofrecer una solución o una disculpa, simplemente se retira de la ventanilla, dejando a la mujer sin posibilidad de recargar su tarjeta y, por ende, sin la posibilidad de utilizar el servicio.
Este acto de ineficiencia y de trato despectivo, refleja una realidad que muchos usuarios del Metro ya conocen: la falta de atención y profesionalismo en el sistema de transporte público. La indignación se ha desatado en redes sociales, con comentarios que van desde la crítica a la taquillera hasta la crítica al sistema en general.
"Así son las taquilleras", "¿A poco todavía hay taquillas?", se lee en los comentarios, dejando ver la frustración y la incomodidad que muchos sienten al utilizar el Metro.
La viralización del video ha generado una reacción por parte del Metro de la Ciudad de México, que ha emitido un comunicado lamentando el incidente y asegurando su compromiso con la atención al usuario. Pero, más allá de las palabras, este caso nos recuerda la necesidad de un cambio cultural en el servicio al público, donde la diversidad y la empatía sean la base de la atención.
El uso de monedas, aunque cada vez menos frecuente, sigue siendo una realidad para muchos usuarios, especialmente para quienes no cuentan con acceso a tarjetas de crédito o débito. Es precisamente esta realidad la que la taquillera, apodada "Lady Moneditas", parece olvidar, enfocándose en un trato déspota y discriminatorio.
La anécdota de "Lady Moneditas" no es un caso aislado, es un reflejo de una realidad que demanda atención y soluciones.