Estudiantes de la Escuela Superior de Música, con instrumentos en mano, tomaron Tlalpan y Churubusco, creando un concierto improvisado que buscaba llamar la atención sobre una melodía mucho más desafinada: la falta de recursos.
Con una mezcla de notas musicales y consignas contundentes, los estudiantes manifestaron su inconformidad por el bajo presupuesto asignado a su institución. Sus instrumentos, que normalmente llenan los espacios con música y alegría, se transformaron en armas de lucha, resonando con la fuerza de la exigencia.
_Estamos aquí para exigir que se nos escuche. La música es nuestra pasión, nuestra vida, pero sin los recursos necesarios, nuestra escuela se está apagando, mencionó uno de los estudiantes. No podemos seguir creando melodías con instrumentos rotos, ni inspirar a las nuevas generaciones sin la infraestructura adecuada.
La manifestación, lejos de ser una disonancia caótica, se convirtió en un movimiento armónico, donde cada estudiante se unió en un coro de voces pidiendo justicia para la música y para la educación.
Su lucha resonó en el asfalto, buscando llegar hasta los oídos de quienes toman las decisiones.