No se trataba de una simple acumulación de residuos, sino de una protesta silenciosa por parte de los trabajadores de limpieza de la Ciudad de México.
La falta de pago de la quincena provocó que los trabajadores decidieran manifestar su descontento de una manera contundente. Varios camiones recolectores, en lugar de seguir sus rutas habituales, se dirigieron a la sede gubernamental, donde descargaron cientos de bolsas de basura, dejando en claro su mensaje.
El caos y el mal olor se apoderaron del lugar, obligando a las autoridades a tomar medidas. La alcaldía Cuauhtémoc, tras un breve diálogo con los trabajadores, llegó a un acuerdo que finalmente puso fin a la protesta. Los trabajadores, una vez recibida la garantía del pago, procedieron con el retiro de la basura.