La caravana "Divino Niño", integrada principalmente por centroamericanos y sudamericanos, lleva una semana caminando hacia el norte, con la esperanza de alcanzar el centro y norte de México, y eventualmente, la frontera con Estados Unidos.
El contingente, que partió el 20 de octubre desde Tapachula, se encontraba este lunes cerca del municipio de Tonalá, a 200 kilómetros de su punto de origen. Los migrantes, exhaustos tras días de caminata bajo el sol y la lluvia, relataban su experiencia con angustia. "Vamos muy cansados todos. Ayer caminamos sin apoyo de la Guardia Nacional", contaba Santiago López, un venezolano que forma parte de la caravana.
El temor a ser víctimas del crimen se ha intensificado ante la ausencia de acompañamiento vial y de seguridad por parte de las autoridades. "Pedimos que nos guíen, que nos acompañen, sobre todo por nuestras mujeres, por nuestros niños", suplicaba López.
La falta de empleo en la frontera sur es la principal razón que motiva a los migrantes a emprender este peligroso viaje. Muchos de ellos esperan regularizar su situación o conseguir citas de asilo a través de la aplicación CBP One, pero las oportunidades de trabajo se reducen cada día, obligándolos a buscar nuevas alternativas.
La caravana "Divino Niño" no es la única que se organiza en la frontera sur. Un nuevo éxodo está programado para el 5 de noviembre, coincidiendo con la elección presidencial en Estados Unidos. El Centro de Dignificación Humana AC, que acompañará este nuevo grupo de migrantes, estima que hay alrededor de 40 mil extranjeros varados en la región.
El miedo a que las nuevas políticas migratorias de Estados Unidos, tras las elecciones, restrinjan el acceso al asilo, también impulsa a muchos migrantes a buscar un nuevo futuro en Estados Unidos. La situación en la frontera sur se torna cada vez más compleja, mientras la esperanza de una vida mejor se mezcla con la incertidumbre y el peligro.