Es la atmósfera que se respira en el albergue Vida, uno de los tantos refugios que acogen a quienes sueñan con cruzar la frontera en busca de un futuro mejor.
"La gente está más preocupada, la verdad", comenta Francisco González, director del albergue Vida, con un tono que refleja el peso de las emociones que carga sobre sus hombros. Los ojos de los migrantes, como las miradas de quienes se adentran en una selva sin mapas, reflejan la tensión palpable en el ambiente. La fecha del 5 de noviembre se alza como un faro en el horizonte, un día que podría marcar el destino de miles de personas que buscan refugio en el vecino país.
"Tenían un poco de esperanza, pero ahora, con lo que se escucha, las posibilidades de conseguir un estatus legal se han reducido", explica González, haciendo referencia a los discursos de los candidatos a la presidencia de Estados Unidos. El flujo migratorio hacia la frontera norte, un río imparable alimentado por la pobreza, la violencia y los desastres naturales, no parece detenerse. La incertidumbre se ha intensificado, un mar de dudas que se agita con la inminente decisión de los estadounidenses.
Josie Ver, una venezolana que espera su cita de CBP One, resume la sensación general: "Preocupación, desesperanza, duda". Su voz, un susurro que lucha por ser escuchado entre el rumor de las calles, transmite la angustia de un futuro incierto. La posibilidad de que se cierren las puertas del sueño americano, que se disuelva la esperanza en el horizonte, es una sombra que se proyecta sobre las vidas de quienes se aferran a la posibilidad de un nuevo comienzo.
Mercedes Guadalupe Girón, chiapaneca que ha estado migrando hacia Estados Unidos, recuerda con un nudo en la garganta el miedo que la embarga: "Tenemos miedo de que Trump gane, que nos quite la oportunidad de pedir asilo". Sus palabras se pierden en el aire, como un grito silencioso que se mezcla con el ruido de la frontera. La tensión, como una cuerda que se tensa hasta el límite, se percibe en cada conversación, en cada mirada, en cada paso que se da en Ciudad Juárez.
Con el conteo de votos a la vuelta de la esquina, la frontera se convierte en un escenario de ansiedad y esperanza. Miles de personas esperan con el corazón en la garganta, con el futuro en suspenso. Ciudad Juárez, un punto de encuentro entre sueños rotos y esperanzas latentes, se prepara para vivir una semana crucial.