La tensión se apoderó del ambiente, la incertidumbre planeaba en el aire, y la incertidumbre se extendía como una mancha de tinta sobre las calles cercanas.
De pronto, la calma habitual se vio sustituida por la presencia de elementos de la Sedena, quienes llegaron al lugar para inspeccionar el objeto. El ambiente se cargó de adrenalina mientras los uniformados acordonaban la zona, evacuando el hospital y cerrando la calzada Heroico Colegio Militar. El miedo y la curiosidad se mezclaban en el rostro de la gente que observaba a distancia.
Las redes sociales, como un torrente informativo, transmitieron en tiempo real el desarrollo de la situación. La imagen de un militar con un traje especial, manipulando con cuidado el objeto sospechoso, se viralizó en cuestión de minutos. La incertidumbre era palpable, ¿se trataba de una amenaza real o de una falsa alarma?
Los minutos se hicieron eternos mientras los expertos de la Sedena examinaban el objeto. El suspense se mantuvo hasta que finalmente, se confirmó que el artefacto no representaba un peligro real. El alivio inundó el ambiente, permitiendo que el personal del hospital regresara a sus actividades habituales. La vida, con su ritmo frenético, volvió a su curso normal.