La noticia se propagó como un incendio, avivada por la incertidumbre y las especulaciones. Un joven había perdido la vida en la estación, y la pregunta que resonaba en la mente de todos era: ¿cómo había ocurrido?
La información oficial se fue filtrando a cuentagotas. La identidad del joven, quien presuntamente tenía un vínculo con la UNAM, permanecía en el anonimato. Las redes sociales se inundaron de mensajes de condolencias y especulaciones sobre la tragedia, mientras las autoridades iniciaban la investigación para determinar las causas de la muerte.
El cuerpo del joven fue trasladado al Servicio Médico Forense (SEMEFO) para realizar la autopsia y determinar las causas de la muerte. Mientras tanto, la tragedia en la estación Copilco se convirtió en un doloroso recordatorio de la realidad social que enfrenta México, donde la salud mental se ha convertido en un tema crucial. El sistema de transporte público, a pesar de ser un espacio de conexión, se ha convertido en un espejo de la realidad social, reflejando la fragilidad humana y las presiones a las que se enfrenta la población.
En 2016, el Sistema de Transporte Colectivo (STC) implementó el programa "Salvemos Vidas" con el objetivo de atender a las personas en riesgo de suicidio en el Metro. El programa ha logrado contener a 620 personas, de las cuales el 53% aceptó ser referida a una unidad de salud mental. La edad promedio de las personas en riesgo de suicidio en el Metro es de 31.9 años, un dato que nos habla de la vulnerabilidad de un sector importante de la población.
La tragedia en la estación Copilco es un llamado urgente para que se atiendan los problemas de salud mental en nuestro país, especialmente en espacios de alta concentración humana como el Metro. La prevención, la atención y el acompañamiento son claves para evitar que se repitan estas tragedias y para proteger la vida de quienes transitan por el sistema de transporte público.