Las horas pasaron y la incertidumbre comenzó a apoderarse de sus familiares. El último mensaje de Alejandra, un breve video de 10 segundos donde anunciaba su llegada, fue la última señal de vida.
Un nudo en la garganta se hizo presente en sus seres queridos. Días de angustia, de llamadas desesperadas, de recorridos interminables en busca de respuestas. La Fiscalía de Colima emitió una ficha de búsqueda, la esperanza se aferraba a la red de apoyo que se extendió a través de las redes sociales.
El destino, sin embargo, tenía un desenlace trágico. El sábado 9 de noviembre, la noticia que nadie quería escuchar llegó a oídos de la familia. Los cuerpos de Alejandra y su hija fueron encontrados en un predio del municipio de Cuauhtémoc. La devastación se apoderó de todos, el dolor se volvió palpable, la esperanza se desvaneció.
José Mariano, la pareja de Alejandra, fue detenido como principal sospechoso del doble homicidio. La investigación apunta a un motivo cruel: el rechazo de José a reconocer a la pequeña María Fernanda como su hija. Según los testimonios, José no quería aceptar su paternidad, a pesar de que Alejandra aseguraba que él era el padre biológico. La presión de Alejandra por obtener el reconocimiento legal para su hija desató una serie de discusiones entre la pareja.
El presunto móvil del crimen se remonta a días antes del último encuentro entre Alejandra y José. Se dice que José, ya casado, habría planeado el asesinato como una solución desesperada para evitar la responsabilidad paterna.
El día de la tragedia, José recogió a Alejandra y a su hija en el centro de la ciudad. Las llevó a un motel, donde supuestamente iba a conocer a María Fernanda, pero las asfixió. Luego, abandonó los cuerpos en un predio, en la colonia El Trapiche.
El último mensaje de Alejandra a su familia, "Va a conocer a María José, pero me da miedo", se convirtió en un grito silencioso de auxilio, un presagio de un destino cruel.