La conversación cotidiana gira en torno a números, encuestas y la interpretación de los mismos.
En medio de este panorama, una cifra sobresale: 76%. Este porcentaje, presentado en la conferencia matutina del 19 de diciembre, representa, según la encuesta de Encol, la aprobación del mandato de Claudia Sheinbaum Pardo, a poco más de dos meses de su asunción presidencial.
¿Un reflejo fiel de la realidad nacional o una imagen cuidadosamente construida? Esa es la pregunta que flota en el aire. La "cuarta transformación," el legado de Andrés Manuel López Obrador, es un factor incuestionable. Su influencia persiste, y Sheinbaum, como heredera política, inevitablemente se beneficia de esa base de apoyo. Pero, ¿cuánto de ese 76% corresponde a su gestión y cuánto a la inercia del pasado?
La propia fuente de la información, la conferencia matutina, genera escepticismo. Como principal canal de comunicación del gobierno, su función propagandística es innegable. La ausencia de fuentes contrastables y la presentación poco crítica de los datos plantean interrogantes sobre la objetividad del estudio de Encol. ¿Es un reflejo auténtico del sentir ciudadano o una construcción narrativa?
El contraste es evidente. Ese 76% convive con críticas crecientes hacia la administración Sheinbaum. Acusaciones de corrupción y la persistencia de problemas como la inseguridad empañan la imagen de un cambio total. Incluso la misma conferencia abordó temas como la investigación de corrupción en el Infonavit durante sexenios anteriores, poniendo en entredicho la narrativa de una ruptura completa con el pasado.
La información disponible sugiere un panorama complejo. La alta aprobación de Sheinbaum es indudablemente un dato significativo, pero su interpretación demanda un análisis más profundo y objetivo, más allá del discurso oficial. Se necesita una perspectiva que vaya más allá de los números, considerando el contexto político y social de México en este momento crucial.