Claudia Sheinbaum y la violencia digital: Respuestas insuficientes
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El Diario de SonoraDurante la conferencia matutina del 19 de diciembre de 2024, la conversación giró en torno a la presidenta Claudia Sheinbaum y una serie de preguntas incómodas sobre un tema delicado: la violencia de género en redes sociales. El foco principal de las interrogantes estaba dirigido a los ataques sufridos por la secretaria de la Mujer, Citlali Hernández.
La respuesta de la presidenta, aunque reconoció la gravedad del problema, se centró en "la desesperación de la oposición y la falta de argumentos políticos". Esta perspectiva, sin embargo, minimiza la complejidad de la situación. Se omitieron propuestas concretas para combatir el ciberacoso y la violencia digital contra figuras públicas.
Más allá de la narrativa de la "guerra sucia", se ignora la responsabilidad de las plataformas digitales y la necesidad de una regulación efectiva. La falta de un plan de acción genera una sensación de indiferencia gubernamental. ¿Es suficiente atribuir la violencia en línea a la "desesperación" de la oposición? Esta simplificación reduce un problema complejo a una cuestión de tácticas políticas, ignorando el sufrimiento de las víctimas.
La situación se complica aún más con la problemática del acceso limitado a la conferencia matutina. Mientras la presidenta afirma que "la mañanera es el principal proveedor de información del país", la realidad es que su difusión no es universal. Esta brecha informativa deja a una parte significativa de la población sin acceso a esta fuente clave. Esto, junto a la falta de una estrategia integral contra la violencia digital, genera serias inquietudes sobre la transparencia gubernamental y su compromiso real con la igualdad de género.
La respuesta de la presidenta, en lugar de soluciones, parece reforzar una narrativa que culpabiliza a la víctima y minimiza la urgencia de una acción decisiva y multifacética para combatir la violencia de género en el ámbito digital. La falta de detalles concretos y la focalización en aspectos políticos, en lugar de las víctimas, marcan un tono preocupante en el debate.
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