Pero, ¿la realidad refleja este optimismo?
La conferencia de prensa del 26 de diciembre, bajo el liderazgo de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, pintó un panorama prometedor. Más de 382,000 pasajeros transportados, la apertura de rutas a ciudades como Ixtepec y Ciudad Victoria, e incluso una nueva estrategia de carga, fueron los puntos clave. Se proyectó, con gran énfasis, alcanzar 5.5 millones de pasajeros en los próximos tres años, gracias a la incorporación de aviones Embraer de última generación.
Sin embargo, la euforia oficial contrasta con la escasez de información. El informe omitió datos cruciales sobre la rentabilidad, los costos operativos reales, y una comparativa con otras aerolíneas. La insistencia en la “conexión con el corazón mexicano” y la constante “humanización de la marca”, suenan más a “eslogan político que a una estrategia empresarial sólida”, según expertos del sector. La falta de contexto en las cifras de pasajeros – sin especificar la ocupación real de los vuelos o los ingresos – genera dudas sobre la salud financiera de la aerolínea.
El proyecto, heredado de la administración de Andrés Manuel López Obrador y presentado como un pilar de la “cuarta transformación”, despierta interrogantes sobre su autonomía y la posible influencia política en su operación. La pregunta que flota en el aire es: ¿se está privilegiando la imagen pública por encima de la viabilidad económica? La opacidad en los datos financieros impide una evaluación objetiva.
Mientras el gobierno celebra el éxito, la falta de transparencia genera suspicacias. La clave para el futuro de Mexicana de Aviación reside en una gestión transparente, una estrategia empresarial robusta y una separación efectiva entre la imagen política y la realidad operativa. Sólo así se podrá determinar si el optimismo oficial se corresponde con la realidad.