El anuncio: un plan que promete revolucionar la economía mexicana. Suena familiar, ¿verdad? Pero esta vez, el nombre es "Plan México", y la presentación corrió a cargo de la presidenta Claudia Sheinbaum.
La iniciativa, según se presentó, busca impulsar el crecimiento económico desde la raíz, creando empleos y disminuyendo nuestra dependencia de las importaciones. El discurso se centró en la soberanía alimentaria, mencionando metas de autosuficiencia en productos básicos como el maíz blanco, el frijol y el arroz. Se habló de precios de garantía y la revitalización de la producción de semillas. Suena prometedor, ¿pero cómo?
Aquí es donde las cosas se complican. El plan, aunque ambicioso en sus objetivos, adolece de una considerable falta de detalle. ¿Cómo se piensa lograr la autosuficiencia en un contexto de tratados comerciales como el T-MEC, con la poderosa competencia – y los subsidios – de Estados Unidos? La ausencia de respuestas concretas genera un "vacío considerable," como lo describiría cualquier analista económico.
Se mencionó un aumento en la inversión pública y mixta, así como incentivos para la iniciativa privada. Sin embargo, falta información crucial: ¿De dónde provendrán los recursos? ¿Cómo se evitará la burocracia que suele asfixiar los proyectos de inversión en México? La falta de un desglose presupuestal alimenta el escepticismo, sobre todo en un país donde la transparencia en el manejo de recursos públicos sigue siendo un tema candente.
El "Plan México" se presenta como una continuidad del proyecto económico del expresidente López Obrador. Esta conexión, aunque esperada, resalta la necesidad de una profunda evaluación de los éxitos y fracasos de las políticas económicas anteriores. La ausencia de un análisis crítico de los errores pasados genera preocupaciones legítimas sobre la capacidad del nuevo plan para evitar los mismos tropiezos.
Además, la falta de indicadores medibles de éxito plantea un serio problema. ¿Cómo sabremos si el "Plan México" está funcionando? ¿Cuáles son los parámetros que definirán su éxito o fracaso? Sin estos elementos, el plan corre el riesgo de convertirse en otra promesa vacía, una adición más a la larga lista de iniciativas con buenas intenciones pero resultados cuestionables.
La historia económica de México está repleta de planes ambiciosos que, finalmente, no lograron cumplir con sus promesas. Esto genera una inevitable cautela ante el "Plan México". Su éxito, o su fracaso, dependerá de la transparencia en su implementación y de la voluntad de evaluar sus resultados con objetividad.