Gerardo Martínez Moreno, un hombre que llegó a California a los cuatro años, encarna el drama de la “ruta de la escuela a la prisión”. Su infancia, marcada por la violencia doméstica y el racismo, lo llevó a una espiral de peleas y finalmente, a una condena de 25 años por un crimen cometido a los 17. “Uno viene de México cuando es niño y aprende las mañas acá”, reflexiona Gerardo, víctima de un sistema que, según la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC), deserta a un 70% de estudiantes latinos.
Su deportación a Guadalajara, a los 40 años, fue un regreso a un México que no conocía. La falta de apoyo legal y la clasificación étnica imprecisa en el sistema penitenciario estadounidense dificultaron su acceso a ayuda. La afirmación de Donald Trump sobre los mexicanos como portadores de "drogas, crimen y violación" es cuestionada por Aaron J. Chalfin, quien reconoce la dificultad de desentrañar empíricamente la relación entre inmigración y criminalidad. Los datos oficiales, en muchos casos, resultan imprecisos.
Otro caso es el de Felipe Castillo, un ex marine mexicano que, tras servir en Afganistán y sufrir de estrés postraumático (PTSD), regresó a México con la promesa incumplida de obtener papeles. Su experiencia en las aduanas de Matamoros, donde entrenó a agentes en tácticas de inspección, lo puso en contacto con la brutalidad de la violencia fronteriza. La estadística del FBI, que muestra una disminución del 49% en delitos violentos entre 1993 y 2022, contrasta con la realidad que Felipe experimentó. Su posterior arresto en Estados Unidos por cargos de tráfico de armas — cargos que él niega — culminó en su deportación.
Finalmente, la historia de Alejandro Rodríguez, un joven de 25 años deportado desde Atlanta por vender marihuana, nos presenta una perspectiva diferente. Su historia no es de violencia extrema, sino de un intento de sobrevivir económicamente en un país donde la legalización de la marihuana es un tema pendiente. “Mi sueño es tener una tienda de marihuana”, afirma Alejandro, quien ahora trabaja en un call center en México, luchando contra la precariedad laboral que también enfrentan Gerardo y Felipe.
Estos tres ejemplos, con sus matices particulares, revelan un panorama común: la dificultad de reintegrarse a la sociedad mexicana después de pasar años en el sistema de justicia estadounidense, la falta de apoyo y la precariedad laboral que enfrentan muchos deportados, desafiando las narrativas simplificadas sobre la inmigración y el crimen.