El punto de inflexión fue la irrupción de un hombre en un aula de tercer grado, grupo F. Se presentó como miembro del personal docente, enviado directamente por la Secretaría de Educación Pública (SEP). Sin embargo, su comportamiento distó mucho de lo esperado de un profesional.
Según el testimonio de los estudiantes, este individuo, lejos de impartir una lección, sembró el miedo con sus amenazas. "Sabía dónde vivían", les aseguró, insinuando su capacidad para castigarlos. Sus palabras, según los relatos, fueron acompañadas de comentarios incoherentes y perturbadores.
El hombre atribuyó su fracaso para convertirse en maestro a la intervención de "Satanás", un elemento que añade una capa de misterio y preocupación al incidente. Además, empleó un lenguaje inapropiado, incluyendo insultos y preocupantes incitaciones al suicidio, según los testimonios recogidos.
La falta de notificación inmediata a las autoridades – tanto escolares como policiales – exacerbó la molestia de los padres. La manifestación del miércoles 15 de enero frente a la secundaria reflejó la frustración y el temor por la seguridad de sus hijos. La SEP, posteriormente, confirmó que no había enviado ningún psicólogo a la institución ese día.
La indignación se centró en la aparente inacción de la escuela ante la situación. Los padres denunciaron la falta de protocolos de seguridad y la tardanza en informar a los encargados. La investigación, ahora en manos de la Fiscalía General del Estado (FGE), buscará esclarecer los hechos y determinar las responsabilidades correspondientes. Se espera que este proceso arroje luz sobre las medidas de seguridad y los protocolos de actuación que se deben implementar para evitar que situaciones similares se repitan en el futuro.