En el antiguo recinto ferial, bajo la imponente estructura metálica que albergó una misa papal en 2016, se levanta apresuradamente un complejo de tiendas de campaña. No se trata de un campamento improvisado, sino de un esfuerzo gubernamental a gran escala para recibir a miles de deportados, una cifra que se estima en millones, en las próximas semanas. El proyecto, impulsado por el gobierno mexicano, se extiende a otras siete localidades fronterizas a lo largo de los 3,000 kilómetros que dividen a ambos países.
La iniciativa, llamada "México te abraza", va más allá de proporcionar refugio temporal. Según la Secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, "México hará todo lo necesario para atender a sus compatriotas y destinará los recursos necesarios para recibir a quienes sean repatriados." Además del alojamiento básico, se ofrecerá atención médica, alimentos y asistencia para la obtención de documentos de identidad mexicanos. La Presidenta Claudia Sheinbaum ha recalcado la priorización de las necesidades humanitarias y la posibilidad de acceder a programas sociales y pensiones.
Pero la magnitud del desafío es inmensa. José María García Lara, director del albergue para inmigrantes Juventud 2000 en Tijuana, advierte sobre la saturación de los recursos disponibles. "Estamos siendo golpeados en dos frentes. La llegada de mexicanos y otros migrantes que huyen de la violencia, y las deportaciones masivas. No sabemos cuánta gente cruzará la frontera necesitando ayuda. Juntas, estas dos cosas podrían crear un gran problema," explica con preocupación. Las donaciones, aunque numerosas, no bastan para cubrir las necesidades previstas.
La situación se complica con la reactivación de la política "Permanecer en México", que obligaría a los solicitantes de asilo a esperar en territorio mexicano sus citas judiciales en Estados Unidos. Esta política, implementada anteriormente con resultados controversiales, ha generado preocupación entre los grupos de derechos humanos debido a los riesgos que implica para los migrantes en ciudades fronterizas con altos índices de violencia. El gobierno mexicano, en esta ocasión, ha establecido una postura firme, rechazando la aplicación de dicha política a solicitantes de asilo no mexicanos.
Mientras tanto, la imagen de un minibús transportando a los primeros deportados a través del cruce fronterizo de Chaparral, simboliza el inicio de un proceso complejo y cargado de incertidumbre. El despliegue de tropas en ambos lados de la frontera, la construcción acelerada de albergues y la movilización de recursos reflejan la magnitud del reto que enfrenta México. La preparación es intensa, pero la incógnita persiste sobre cómo la nación responderá ante esta situación sin precedentes.