Un despliegue de unidades de emergencia se dirige a una vivienda en la calle Valle de Bravo y Cuautitlán. La escena, aunque inicialmente caótica, se revela gradualmente como un incidente que, afortunadamente, no tuvo consecuencias más graves.
El foco de atención: una casa en llamas. Pero no se trata de un incendio que haya arrasado con la propiedad. El fuego se concentró en un pequeño cuarto en el patio trasero, que funcionaba como bodega. Dentro, muebles, ropa, zapatos y otros objetos fueron consumidos por las llamas.
Las protagonistas de esta historia son María Idalia Castilla, de 60 años, y su hija Paulina Lizeth González Castilla, de 38. Ambas fueron atendidas por paramédicos de Cruz Roja, Bomberos Nuevo León y Protección Civil. Si bien escaparon ilesas de las llamas, “estuvieron expuestas al humo y se pusieron muy nerviosas,” según reportaron las autoridades.
Paulina Lizeth, quien según se informa padece una discapacidad mental, y su madre fueron el principal motivo de la rápida intervención de las autoridades. La preocupación principal, más allá del incendio, fue su bienestar emocional ante el estrés de la situación.
Aunque las investigaciones preliminares apuntan a un posible cortocircuito como causa del incendio, se sabe que momentos antes del siniestro, madre e hija tuvieron una discusión. Las autoridades investigan si existe alguna relación entre este altercado y el origen del fuego.
El rápido actuar de los bomberos previno que las llamas se extendieran al resto de la casa o a las propiedades vecinas. “El oportuno trabajo del personal de apoyo evitó que las llamas se propagaran,” confirma un reporte oficial. La vivienda sufrió daños mínimos, limitados al área afectada.
La situación, inicialmente alarmante, concluyó con un balance positivo, considerando las circunstancias. El incidente dejó en evidencia la importancia de la respuesta coordinada de las diferentes corporaciones de emergencia de Monterrey, asegurando la seguridad de los residentes y la contención del incendio.