Vuelve a escuchar a sus hijos vecina de la Rosarito

María Antonia Torres Maldonado, es madre de tres niños y vive en la parte más alejada de la colonia Rosarito 2; padece de sordera desde que era una adolescente, pero que ahora con el apoyo del DIF Municipal cuenta ya con un aparato moderno con el que puede escuchar y con ello mejorar su calidad de vida.

Con grandes sacrificios y sin dejar de salir adelante con sus estudios de preparatoria abierta, la joven ama da casa, de 29 años de edad, ha sufrido desde que era niña al no ser atendida adecuadamente por su familia y que al resultar embarazaba fue aún más complicado para ella, pero dijo: “Dios no me ha dejado sola; he batallado mucho pero poco a poco estamos sobreviviendo”.

Ella habita en una humilde vivienda en lo alto del cerro de la calle Cosalá en dicha colonia; es muy inquieta y trata de ser atenta a la plática; de repente se pone nerviosa y hace esfuerzos por contener las lágrimas al momento de revelar parte de lo que fue su vida de enormes sobresaltos y sacrificios.

Oriunda de esta frontera, María Antonia aseguró estar muy agradecida con el apoyo que le brindó el personal de distintas áreas del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), porque además de realizarle estudios auditivos, le donó uno de los aparatos más modernos para poder escuchar, ello gracias a la buena voluntad de esta institución que se lo donó.

Actualmente vive con su pareja, un hombre dedicado a la albañilería, mismo que poco a poco ha trabajado duro para mejorar las condiciones de la casa que comparten junto con los hijos de la dama, pero aun así requiere de más esfuerzos para que tengan mejor vida.

Narró: “Me quitaron a mis hijos porque no podía defenderme y no tenía el aparato para escuchar y a nadie le entendía nada de lo que hablaban, ni siquiera mis hijos, es por eso que a veces tenía que gritarles porque creía que no me escuchaban y los vecinos llamaron varias veces a la policía porque también creían que los estaba agrediendo”.

Aseguró que el problema de sordera lo heredó de su mamá que nació con problemas del oído y dijo: “Durante el periodo de encierro por la pandemia alguien entró a mi casa y me robó mi aparato auditivo y durante muchos días estuve sin oír y si entender lo que las personas me decían y muchas veces tampoco entendía cuando mis hijos me querían decir que tenían hambre, que tenían sed o que les dolía algo”.

Karla Rivera Nieblas, directora del DIF Municipal explicó la forma en cómo se pudo llegar hasta el hogar de esta dama y poder brindarle asistencia, atender legalmente este caso y así poderle retornarle a sus hijos que debido a una denuncia por posible maltrato infantil y violencia intrafamiliar fueron internados en el Albergue de Niñas, Niños y Adolescentes de la institución.

“María Antonia es un caso especial que atendimos con prontitud, porque se trataba de niños y de su situación vulnerable; es que la mujer se desesperaba y les gritaba a sus hijos porque no escuchaba y no entendía nada de lo que le decían”, expuso.

En la Subprocuraduría de la Defensa del Menor y la Familia del DIF se atendió ese caso por violencia intrafamiliar y los niños tuvieron que internarse en el albergue mientras se hacías las investigaciones hasta concluir que la dama padecía de sordera y que por esa causa gritaba, resaltó Karla Rivera.

Agregó que por medio del Departamento de Asistencia Social de la dependencia se pudo conseguir el aparato auditivo para adaptárselo a María Antonia y con ello mejorar la relación de familia con sus hijos y con su pareja, pero además hubo un trabajo integral para ayudar a la mujer.

“Quiero seguir adelante echándole ganas a la vida, cuidar de mis hijos y poder escuchar a los demás; este aparato me servirá para poder trabajar y seguir estudiando”, puntualizó María Antonia.

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