El caso de Julius Darnell Dixon, un hombre de 54 años de Phoenix, Arizona, es uno de esos ejemplos. Su condena a 51 meses de prisión, seguida de 60 meses de libertad supervisada, no se debe a un crimen común. La acusación, presentada por la Fiscalía de Estados Unidos, revela una trama que utilizó los libros como caballos de Troya para introducir sustancias ilegales en prisiones federales.
Entre febrero de 2023 y abril de 2024, Dixon orquestó un plan con reclusos. "Dixon conspiró con reclusos federales para enviarles por correo libros que contenían tiras de Suboxone", declaró la fiscalía. La astucia del método residía en el uso de librerías locales, a las que Dixon se acercaba sin revelar sus verdaderas intenciones. De esta manera, los envíos parecían proceder directamente de los reclusos, evadiendo los controles de seguridad.
La red se deshizo cuando el personal penitenciario interceptó dos libros sospechosos. Tras el rastreo, la investigación llevó a las librerías y a la información de contacto de Dixon, desenmascarando la operación. La evidencia fue contundente. En octubre, Dixon se declaró culpable de conspiración para poseer con intención de distribuir una sustancia controlada, un delito que se suma a su historial. Este caso, además, representa una violación a su libertad condicional por un anterior robo a un banco.
El proceso judicial reveló una serie de detalles:
- Utilización de librerías locales como intermediarias.
- Envío de libros con tiras de Suboxone ocultas.
- Estrategia para evadir la seguridad penitenciaria.
- Investigación iniciada tras la intercepción de paquetes sospechosos.