Tom Brady, la figura más icónica del fútbol americano de los últimos años, no se queda en la banca. Tras colgar los botines, se embarca en una nueva aventura: ser dueño de una parte de los Raiders de Las Vegas.
La noticia, que recorrió el mundo a la velocidad de un pase de touchdown, desató una oleada de reacciones en la comunidad deportiva. Mark Davis, dueño mayoritario del equipo, describió la incorporación de Brady como un "día emocionante" para la franquicia. No es para menos. La experiencia y el olfato de Brady podrían ser un activo invaluable para el equipo, especialmente en la búsqueda de un nuevo mariscal de campo. "Creo que puede ayudarnos a seleccionar un mariscal de campo en el futuro y potencialmente entrenarlo también", comentó Davis.
Sin embargo, el camino hacia esta unión no fue fácil. El acuerdo, que inicialmente se anunció en mayo de 2023, tardó 17 meses en ser aprobado por los propietarios de los equipos de la NFL. La preocupación por el descuento que Brady recibió por parte de Davis y el potencial conflicto de intereses con su nuevo rol como comentarista en Fox, fueron obstáculos que se debieron sortear.
La NFL impuso algunas restricciones a Brady para minimizar cualquier conflicto. Se le prohíbe asistir a reuniones de producción, ya sean presenciales o virtuales, y no podrá tener acceso a las instalaciones del equipo, jugadores o personal técnico. Lo que sí podrá hacer es transmitir los partidos de los Raiders.
Aunque no estará en la línea de scrimmage, Brady deja su huella en el deporte. Ahora, desde las gradas, se prepara para escribir un nuevo capítulo en la historia de los Raiders, un capítulo que, sin duda, estará lleno de adrenalina y emociones.