Royal Portrush vibra con la emoción del Abierto Británico

Entre banderas ondeantes y murmullos de expectación, los jugadores enfrentan un desafío que va más allá del score: dominar un campo que nunca se comporta igual dos días seguidos.
"Llegué a la conclusión de que jugar aquí es mejor que practicar", confesó Thomas después de su ronda de entrenamiento. "La bola termina en lugares donde jamás la pondrías durante un entrenamiento. Eso es lo fascinante". Una reflexión que resume la esencia de este major: impredecible, técnico y, sobre todo, emocionante.
Mientras tanto, Scottie Scheffler, actual número uno del mundo, ajusta su estrategia. "Cada links es distinto. Los de Irlanda son más verdes, exigen golpes más altos… Aquí no hay rutina", explicó. Y es que en Portrush, hasta el clima juega en contra. El pronóstico "mixto" —como lo llaman localmente— significa viento cambiante, lluvias repentinas y greens que se transforman en cuestión de horas.
Al fondo, el viento del Atlántico Norte sigue soplando. Los paraguas se abren y cierran caprichosamente, pero nadie parece importarle. Porque en Portrush, como bien dicen los locales, el verdadero oponente nunca es el rival, sino el campo mismo.