May confesó que en un principio, "fue desconcertante" ver a Mercury corriendo por todos lados, gritando sin parar, y se cuestionaban si su estilo encajaría con la visión musical del grupo.
"Hacía mucho alboroto, corría por todos lados y gritaba sin parar. Pensábamos: ‘¿Esto funcionará?’", mencionó May en una entrevista.
Pero el "alboroto" de Mercury no solo se limitaba a su comportamiento, también se reflejaba en su voz. Durante las primeras grabaciones de Queen, en 1971, Mercury no dudaba en repetir las tomas hasta sentirse satisfecho. "Freddie escuchó su voz y dijo, ‘Oh, no me gusta. Lo voy a hacer de nuevo’", recordó May.
Mercury, consciente de su sonido, buscó constantemente la perfección vocal, volviendo una y otra vez a la cabina de grabación para lograr la mejor versión de sí mismo. "Era muy consciente de cómo sonaba y rápidamente se formó hasta alcanzar el tipo de cantante que quería ser", agregó May.
Este afán por la perfección se extendió a todos los miembros de la banda, quienes se animaban mutuamente a mejorar constantemente. "Cada vez que uno de nosotros estaba en el estudio, el resto estaba en la sala de control", explicó May. "Freddie hacía una toma y preguntaba: ‘¿Qué les parece?’ Yo le decía, ‘Nos gusta esa parte, pero no nos gustó esta otra…’. Y lo mismo ocurría con mis solos de guitarra, donde a menudo Freddie me decía: ‘Eso está bien, pero…’. Nos animábamos a ser mejores todo el tiempo", añadió.