El chef de 48 años admitió que la decisión de aceptar el apodo fue impulsada por el alcohol. “No estaba en un estado mental normal y perdí la apuesta. Simplemente lo dije sin pensar que me traerían el papel para firmar”, comentó. Esta broma, que parecía inofensiva en el momento, resultó en un verdadero dolor de cabeza durante varios años, afectando su capacidad para obtener pasaportes y visas estadounidenses.
Gino compartió que su madre quedó atónita al enterarse de que su nombre había cambiado a Gino Sheffield D'Acampo. “Cuando se enteró de que mi nombre ya no era un hermoso nombre italiano, sino Gino Sheffield D'Acampo, ¡oh Dios mío!”, recordó. En una conversación sobre el tema, comparó la situación con tener un tatuaje, afirmando que “peor que eso, un tatuaje se puede cubrir”.
El proceso de rectificación no fue sencillo ni económico. “Conociendo los costos legales, visas y demás, diría que fueron alrededor de 20 mil libras, fácil”, reveló. Sin embargo, a pesar de la carga financiera, Gino expresó que no tiene arrepentimientos y que, si tuviera la oportunidad, lo haría de nuevo.
En otro aspecto de su vida, Gino ha hablado sobre su relación con su esposa, Jessica, y cómo ambos han encontrado un equilibrio en su matrimonio de 24 años. A pesar de pasar tiempo separados, él considera que esto fortalece su vínculo. “Es importante pasar tiempo de calidad con la familia, pero también creo firmemente en la importancia del tiempo a solas”, afirmó. Este enfoque ha sido clave para mantener una relación saludable y duradera.
Gino y Jessica, quienes se conocieron cuando él era un adolescente trabajando en un restaurante, han construido una vida juntos, criando a sus tres hijos: Luciano, Rocco y Mia. A pesar de la distancia que a veces los separa, el chef asegura que su comunicación es efectiva y que el tiempo a solas les permite redescubrirse a sí mismos.
En sus propias palabras, “necesitas equilibrar tu vida matrimonial con tu vida individual”. Gino también ha compartido que, aunque disfruta de salir a cenar y socializar, no ve la necesidad de organizar vacaciones para ser infiel, ya que considera que la confianza y la comunicación son fundamentales en su relación.