El nombre de Giovanni Medina, conocido por su relación con Ninel Conde, ha resurgido en el contexto de una polémica que involucra a una figura inesperada: Dulce, la reconocida cantante. Su conexión con Medina, sin embargo, no es la que muchos podrían pensar. No se trata de una amistad o un conflicto público, sino de una historia familiar marcada por la angustia y la protección materna.
La revelación clave reside en la relación que Medina sostuvo con Romina Mircoli, la hija de Dulce. Un noviazgo durante la década de 2010, que según la propia Dulce, se caracterizó por su toxicidad y violencia. “El muchacho este no es quién dice ser, ni siquiera se llama Giovanni Medina, yo nunca le vi una identificación… un día me dijo: ‘Dulce, yo nada más tengo un pasaporte falso’”, declaró Dulce en una entrevista de 2014.
La cantante describió a Medina como un individuo de origen humilde que, a través de relaciones con mujeres del mundo artístico, buscaba ascender socialmente y construir una imagen pública favorable. “Es un muchacho que está buscando la fama… viene de una extracción muy humilde… se ha especializado en separar a los hijos de las madres”, explicó Dulce, señalando la aparente incongruencia entre los lujos que Medina regalaba y la situación económica de su madre, quien aún vendía pollos.
La gravedad de la situación llevó a Dulce a tomar una drástica decisión: enviar a Romina a vivir a Europa en 2011. Esta separación, motivada por el temor a las represalias de Medina, implicó un sacrificio considerable para la cantante, quien se vio obligada a mantener una distancia física de su hija durante años. “Tuve que mandarla a otro país para ponerla a salvo, de muchas situaciones que se dieron muy difíciles”, comentó Dulce. La joven, según la cantante, aún rehúsa regresar a México por temor a Medina.
Las declaraciones de Dulce añaden una capa de complejidad a la imagen pública de Giovanni Medina, reforzando la idea de un pasado turbulento que trasciende su relación con Ninel Conde. La historia de Romina y Dulce sirve como un crudo recordatorio de las consecuencias silenciosas de las relaciones tóxicas, y de las difíciles decisiones que enfrentan las familias para proteger a sus seres queridos.
La situación dejó a la luz una historia familiar compleja llena de sacrificios y consecuencias imprevistas. El impacto de las acciones de Medina resonó profundamente en la vida de Dulce y su hija, dejando cicatrices que trascienden el ámbito de la farándula y nos recuerdan la importancia de la salud emocional y la protección dentro de las relaciones familiares.