Hablamos de la cantante Dulce, cuya muerte el 25 de diciembre conmocionó a sus seguidores. Más allá del dolor por la pérdida, la atención se ha centrado en su hija, Romina, y en la herencia millonaria que ha recibido. La relación entre madre e hija siempre estuvo envuelta en especulaciones. Fuentes cercanas a la familia revelan una historia marcada por el resentimiento, alimentado principalmente por la figura de Giovanni Medina, un antiguo amor de juventud de Romina. "Dulce interfirió en la relación, y Romina nunca lo perdonó", asegura una fuente anónima.
Esta interferencia, que consistió en enviar a Romina a estudiar a Europa, fue interpretada por la hija como una traición, una herida que nunca llegó a sanar completamente, incluso llegando a la decisión de cremar los restos de su madre, a pesar del deseo expreso de Dulce de ser enterrada en Brownsville, Texas. La justificación de Romina: el costo del traslado era demasiado elevado. Un gesto que generó aún más controversia.
La misa en la Basílica de Guadalupe, organizada por Romina tras el fallecimiento, fue interpretada por algunos como un intento de reconciliación póstuma, un gesto que, ante la magnitud del legado, cobra un significado particular. Porque el legado de Dulce no se limita solo a la controversia.
La fortuna de la cantante, estimada entre 70 y 80 millones de pesos, incluye propiedades en Mérida, Monterrey y Ciudad de México; cuentas bancarias en México y Estados Unidos; terrenos en Acapulco; joyas y obras de arte. Un contraste abismal con la tensa relación que mantuvo con su hija.
Con el tiempo, Romina formó su propia familia con Moisés, con quien tiene un hijo. A pesar de todo, Dulce siempre brindó apoyo económico a su hija y a su nieto. Un gesto que revela, quizás, un amor incondicional que trascendió las diferencias.
Ahora, Romina se enfrenta al reto de gestionar una considerable fortuna y, al mismo tiempo, procesar una compleja historia familiar, donde el peso de la herencia económica se entrelaza con una larga historia de resentimientos y perdones pendientes.