Más allá de las cámaras y los sets de grabación, Ariadne ha compartido abiertamente aspectos de su vida personal, revelando detalles que humanizan su imagen y la acercan a su audiencia. Recientemente, durante una entrevista en el podcast "Mejor Q’ Ayer", conducido por Luis Ernesto Franco, la actriz abordó un tema particularmente sensible: la ausencia de su padre.
“No quiero hacer responsable a mi mamá, a mis abuelos, a mi entorno. Voy a hablar desde mí, yo no me sentí muy validada en mis opiniones, en mi sentir de niña. No conocí a mi papá, por ejemplo, y siempre quise conocerlo y lamentablemente falleció y nunca lo conocí…”, confesó Ariadne con una honestidad conmovedora. Esta revelación, lejos de ser una simple anécdota, ilumina la fortaleza que la caracteriza y su capacidad para procesar experiencias difíciles.
La actriz profundizó en la falta de validación de sus necesidades durante su infancia, explicando cómo la imposibilidad de conocer a su padre, debido a complejas circunstancias familiares, “fue así de: ‘No’. Entonces siento que no se validó esa necesidad mía, así como muchas otras…”. Esta experiencia, lejos de dejarla marcada por la amargura, la impulsó a cultivar la empatía.
Este proceso de autodescubrimiento la llevó a comprender la importancia de la comunicación abierta y la validación emocional. “Siempre trato yo de ser extremadamente empática porque siento que en buena parte de mi vida no sentí que lo fueran conmigo…”, reflexionó Ariadne. Esta empatía se refleja en su personalidad pública y en su interacción con los demás.
Un detalle adicional que Ariadne ha compartido, es el encuentro con su familia paterna a los 18 años. “Yo no crecí con mi papá, yo no viví con él, y conocí a mi familia paterna hasta los 18 años… ‘Hola ¿cómo están? Soy Ariadne, soy hija de’; le dije a mi abuela… ‘Soy hija de tu hijo Alfredo, hola, mucho gusto’…”, describió, pintando una imagen vívida de ese emotivo encuentro en Jalisco, y la posterior, aunque distante, relación que construyó con ellos, marcada por la distancia geográfica entre Guadalajara y la Ciudad de México.
La historia de Ariadne Díaz trasciende la simple narrativa de una figura pública. Es un testimonio de resiliencia, de la búsqueda de la propia identidad y de la importancia de la empatía como herramienta para construir conexiones auténticas.