Drew Barrymore, la actriz que conquistó la pantalla grande desde su niñez, ha sido abierta sobre sus experiencias personales. Recientemente, en su propio programa, "The Drew Barrymore Show", abrió su corazón, compartiendo detalles de su vida personal junto a sus invitadas Joy Behar y Susie Essman. El tema central: su divorcio de Will Kopelman, ocurrido en 2016, después de cuatro años de matrimonio.
Barrymore y Kopelman, quienes se casaron en 2012, tienen dos hijas: Olive, de 12 años, y Frankie, de 10. La actriz de 49 años confesó que, a pesar del tiempo transcurrido, "no se ha recuperado completamente" de la separación. Sus palabras revelaron un dolor persistente, una herida que la marcó profundamente.
La conversación fluyó naturalmente, con Behar y Essman compartiendo sus propias experiencias con el divorcio. Behar, quien estuvo casada con Joseph Behar hasta su divorcio en 1981, resumió con crudeza la situación: "No recomiendo el divorcio, es una verdadera lata". Barrymore, con sinceridad, convalidó este sentimiento: "Sí, me destruyó".
El diálogo continuó explorando las cualidades que Barrymore buscaría en una futura relación, con sus invitadas sugiriendo la importancia de la seguridad emocional, especialmente para una persona pública. Se recalcó la necesidad de una pareja estable y comprensiva que no compita con su exitosa carrera. "Necesitas un civil, un doctor, un abogado, alguien como el esposo de Susie, un constructor… un maestro como el mío", aconsejó Behar, quien se casó con el profesor Steve Janowitz en 2011.
La conversación también tocó el tema de su decisión de no volver a casarse, una promesa que hizo públicamente después de su separación con Kopelman. Una decisión contundente, que reflejó el impacto emocional duradero de su experiencia.
Más allá de las declaraciones públicas, queda la imagen de una mujer que, a pesar del dolor, sigue adelante, construyendo su vida y su futuro. Una figura pública, vulnerable y humana, que nos recuerda que incluso las estrellas tienen historias que contar más allá del brillo del escenario.