Muere Walter Robinson, artista neoyorquino de 74 años
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Y de esa urbe vibrante surgió un artista que supo capturar la esencia de lo ordinario, elevando lo cotidiano a la categoría de arte.
El pasado domingo, la ciudad perdió a uno de sus personajes más singulares: Walter Robinson, un pintor y periodista de 74 años, falleció en su hogar en Manhattan. Su esposa, Lisa Rosen, confirmó la noticia, atribuyendo su muerte a un cáncer de esófago diagnosticado apenas el mes anterior.
Robinson no era un artista convencional. Su obra, lejos de las pretensiones del arte conceptual, se caracterizaba por un realismo exuberante y sin complejos. "Un normcore estético que contradecía con humor el siglo de innovación de vanguardia," podríamos definir su estilo.
Sus lienzos, realizados en acrílico con una pincelada enérgica, eran un reflejo directo de la cultura popular. Gatitos de ojos grandes, hamburguesas con semillas de ajonjolí, modelos sonrientes con pijamas de franela a lunares de un catálogo de Macy's... Objetos del día a día, tomados prestados de anuncios y otras fuentes, que se convertían en protagonistas de sus obras. Incluso la estética de los productos de botiquín tenía cabida en su arte: analgésicos, aerosoles nasales, y el brillante azul oscuro de un frasco de Vicks VapoRub encontraban su lugar en sus composiciones.
Su trayectoria periodística fue igualmente notable. Desde periódicos gratuitos en los setenta hasta Artnet.com, la primera revista de arte digital en los noventa, Robinson cubrió el mundo del arte de Nueva York con una mirada única, reflejando su misma personalidad: irreverente, observadora y profundamente apasionada por el arte en todas sus manifestaciones, desde las galerías más exclusivas hasta la simplicidad de un anuncio en un periódico.
Más allá de su legado artístico y periodístico, queda el recuerdo de un hombre que supo encontrar la belleza en lo inesperado, que desafió las convenciones y dejó una marca imborrable en el vibrante panorama artístico neoyorquino.