Diddy en prisión: de la vida de lujo a las latas de pescado

Se dice que Sean "Diddy" Combs, el magnate de la música, con una fortuna que alguna vez superó los mil millones de dólares, se encuentra actualmente recluido en el Centro de Detención Metropolitana de Brooklyn. A la espera de su juicio por tráfico sexual y otros cargos, su realidad dista mucho de los escenarios que alguna vez protagonizó.
El New York Times reporta un detalle peculiar: la moneda de cambio en la prisión para Diddy son latas de pescado de un dólar, conocidas como "macks". Esto, dentro de un sistema de comisaría donde los reclusos pueden gastar hasta $180 cada dos semanas. Un contraste abrumador considerando que paquetes de Snickers se venden a $5.95 y las cajas de Cheez-Its a $3.65.
Diddy, de 55 años, se encuentra en el ala 4 Norte, una unidad de estilo dormitorio que alberga a unos 20 reclusos, a menudo de alto perfil. Según un ex recluso, Gene Borrello, un ex mafioso convertido en informante, las condiciones en esta área son relativamente más indulgentes que en otras partes del centro de detención. Borrello describió la unidad como un lugar con:
La rutina de Diddy incluye reuniones frecuentes con su equipo legal en una sala de conferencias fuera del área común, utilizando un laptop sin WiFi para revisar la evidencia del caso, con un horario limitado entre las 8 a.m. y las 3:30 p.m. Su aspecto, según se informa, ha cambiado notablemente: su cabello y barba, antes teñidos de negro azabache, ahora son grises, debido a la prohibición de tintes en el MDC. La comida, se describe como un menú rotativo con opciones como lasaña o pasta vegetariana fazool los segundos viernes del mes. Las visitas son permitidas sólo los martes, con llamadas telefónicas limitadas a 15 minutos y sujetas a monitoreo.
A pesar de las restricciones, se menciona que su vida en el 4 Norte es menos rigurosa que en otras áreas. Brad Rouse, consultor para acusados que pasó un año en una unidad similar en 2008, afirmó que "simplemente poder interactuar, jugar ajedrez y hablar marca una gran diferencia". Aunque la defensa de Combs no ha presentado quejas sobre las condiciones, sí ha objetado el monitoreo de sus comunicaciones y la revisión de sus notas personales.
Se ha alegado que Combs habría usado los minutos de teléfono de otros reclusos e intentado contactar testigos potenciales mediante llamadas en conferencia; algo que su defensa argumenta como una práctica común entre los presos. Las acusaciones contra él son negadas por el mismo Combs.