"La gente asume que para verte bien tienes que pasar por algo drástico, pero no es mi caso", declaró recientemente la estrella de Freaky Friday, quien atribuye su transformación a una combinación de disciplina y tecnología.
Detrás de su brillo actual hay una rutina meticulosa:
- Morpheus8: sesiones mensuales de microagujas con radiofrecuencia para estimular colágeno.
- Láseres IPL: usados para atenuar manchas solares heredadas de sus años en Malibú.
- Bótox estratégico: aplicado en frente y patas de gallo, pero evitando la "congelación" facial.
Fuentes cercanas a su equipo de belleza revelan que Lohan
disolvió rellenos anteriores que le daban un volumen artificial, optando por versiones más sutiles en pómulos y labios.
"Es como resetear el rostro para empezar de cero", explicó un dermatólogo que prefirió mantener el anonimato.
El cambio no sería solo superficial. Tras el nacimiento de su hijo, la actriz rediseñó por completo sus hábitos:
- Desayunos alcalinos con jugo de zanahoria y cúrcuma.
- Pruebas genéticas para personalizar sus suplementos.
- Noches de sueño monitoreadas con wearables.
Mientras algunos cirujanos plásticos, como el Dr. Michael Niccole, señalan
"un refinamiento nasal imposible sin rinoplastia", otros expertos destacan cómo la pérdida de 9 kilos y el abandono del alcohol marcaron la diferencia.
Page Six reportó que tres clínicas estéticas de Beverly Hills se atribuyen informalmente el "milagro Lohan", aunque ninguna cuenta con registros que lo confirmen.
Lo innegable es que su apariencia ha reavivado carreras menos convencionales: las ventas de semillas de chía en México aumentaron 17% tras mencionar su consumo, y una marca coreana de parches para ojos agotó existencias en 48 horas. La propia Lohan confirmó que desarrolla su línea de skincare, aunque se niega a llamarla "anti-age": "No se trata de borrar el tiempo, sino de invertir en tu piel como harías con una obra de arte".
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