Bruselas, fra
El líder norteamericano felicitó al pueblo ucraniano por haber tomado una decisión inteligente.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, mostró ayer su respaldo total al nuevo presidente ucraniano, Petro Poroshenko, y apuntó que su elección puede convertirse en una «próspera democracia con relaciones fuertes con la Unión Europea y Rusia».
El líder norteamericano utilizó la celebración del aniversario de las primeras elecciones parcialmente libres en Polonia para alinearse con las potencias «amenazadas» actualmente por la Federación Rusa. «Creemos que los pueblos y las naciones tienen el derecho a determinar su futuro. Incluido el pueblo de Ucrania», recalcó Obama, que enfatizó su discurso con unas palabras más beligerantes: «He venido como representante de EE UU y de la OTAN para reafirmar nuestro compromiso inquebrantable con Polonia, pero también con Estonia, Lituania, Letonia o Rumanía». «Un ataque a alguno de nosotros es un ataque a todos», dijo.
Obama felicitó al pueblo ucraniano por haber tomado una «decisión inteligente» y se comprometió a apoyar sus aspiraciones «no sólo durante los próximos días o meses, sino durante los próximos años». Por su parte, Poroshenko le agradeció el gesto en una etapa «crucial» para su país. El presidente estadounidense hizo gala de su talante interpretando la decisión de los ciudadanos como un rechazo de «la violencia y la corrupción» y analizó junto a su homólogo ucraniano las medidas para restaurar la paz y favorecer el crecimiento económico de Ucrania reduciendo, entre otras cosas, su dependencia del gas y el petróleo rusos.
El escenario donde tuvo lugar esta alianza entre presidentes era el perfecto: Polonia es uno de los países que mejor representa el acercamiento a la UE y el anhelo de distanciarse de Rusia después de abandonar la Unión Soviética. Su territorio, además, ocupaba hasta mediados de siglo la parte occidental de lo que actualmente es Ucrania. La situación geográfica subrayaba el mensaje del presidente y lo cargaba de resonancias históricas que recuerdan a la Guerra Fría, cuando otros líderes de la potencia norteamericana como John F. Kennedy o Ronald Reagan se enfrentaban a los de la URSS en el Berlín ocupado. Obama no lo hizo citando nombres ni inventando apodos como hicieron en su día sus antecesores.